Cuatro días tardó el sufrimiento de Doña María Josefa para dar a luz al que sería su último hijo y aunque Don José Joaquín, su esposo, se empeñaba en ponerle por nombre Cosme Damián pues así lo señalaba el santoral, tuvo que enfrentarse a su esposa quien insistía en llamarle Agustín, teniendo como argumento que el santo de ese nombre había intercedido para la gloria del parto. Al final de cuentas acordaron ponerle los tres nombres quedando, Agustín Cosme Damián; todo lo anterior sucedió en septiembre de 1873 en Valladolid, Nueva España hoy Morelia, México. Este criollo fundaría el brevísimo Imperio Mexicano Independiente de España en 1822 y no alcanzó los dos años previos a la abdicación, expulsión y ejecución del buen Agustín, y con esto aparentemente se cerró para siempre la posibilidad de una monarquía en México.

Dejando en la paz de los sepulcros a Don Agustín de Iturbide, daremos un brinco de cuarenta años cuando una vez terminada la primera guerra entre Liberales y Conservadores, habiendo triunfado los primeros y estando el país en quiebra económica la junta de patriotas conservadores mexicanos recibió a Maximiliano de Habsburgo en Veracruz para fundar el Segundo Imperio Mexicano, con el archiduque austriaco al frente y su esposa Carlota Amalia de Bélgica de 32 y 24 años de edad respectivamente. Más allá del desarrollo de la pareja como gobernantes, pronto descubrieron la imposibilidad de procrear al heredero que como toda familia imperial  era condición obligada para la formación de la dinastía , y ante la imposibilidad Max, como se le llamaba en la intimidad, tuvo la brillantísima idea de adoptar a dos nietos de Don Agustín de Iturbide para perpetuar su fugaz segundo imperio que terminó en junio de 1867 con el fusilamiento del emperador en Querétaro, así que igual que a Don Agustín , Max también fue pasado por las armas y los dos imperios terminaron ante un pelotón.

Fernando del Paso escribió el libro “Noticias del Imperio” que nos relata el devenir del Imperio de Maximiliano y Carlota, de una manera excepcional que de sí mismo lo convierte en un clásico de inevitable lectura por la riqueza de los datos y aconteceres de ese periodo que atravesó México, parece que esas noticias ahí quedaron, sin embargo, oh, sorpresa hay MÁS NOTICIAS DEL IMPERIO.

Los mencionados nietos fueron Agustín de Iturbide y Green (1863-1925) y su primo Salvador de Iturbide y Marzan (1849-1895) que estuvieron bajo la tutela del Imperio, el primero se quedó en Chapultepec con los Emperadores y su tía Doña Josefa, y el segundo fue enviado a estudiar a Paris bajo el cuidado del embajador mexicano en Francia, a continuación, algunos detalles de los decretos imperiales:

“Se concede el título vitalicio de «Príncipes de Iturbide» a Don Agustín y Don Salvador, nietos del Emperador Agustín de Iturbide, así como también a su hija Doña Josefa de Iturbide.”

“Este título no es hereditario, y en el evento de que los mencionados príncipes tuvieran sucesión legítima, el Emperador reinante o la Regencia se reservarán la facultad de conceder el expresado título, en cada caso, a aquel o aquellos de sus sucesores que estimaren convenientes.”

Se sabe que los descendientes de la casa de Iturbide se relacionaron con diversas familias monárquicas europeas y crearon una descendencia que hoy día nos lleva hasta Perth en Australia donde vive el conde Maximiliano Gustavo Alberto Ricardo Agustín Gotzén- Iturbide el cual detenta la jefatura del Imperio Mexicano y a su vez tiene dos hijos Fernando e Isabela, al parecer ésta aristocrática familia no ha declarado nunca su interés por México, excepto su admiración por su historia, sin embargo no hay que descartar la ilusión de ciertos grupos nostálgicos, con aroma a naftalina, que piensen lo contrario.

En México la monarquía no existe y la Constitución establece, en su artículo 12, que en el territorio nacional “no se concederán títulos de nobleza, ni prerrogativas y honores hereditarios, ni se dará efecto alguno a los otorgados por cualquier otro país”.

Sin embargo, la inexistencia de la monarquía en nuestro país no fue obstáculo para que, en 2011, Maximiliano Götzen-Iturbide fuera recibido en el Palacio Apostólico del Vaticano como el “Legítimo Heredero al Trono de México” por Joseph Ratzinger, entonces papa Benedicto XVI y en su momento por Jorge Mario Bergoglio, papa Francisco, lo que es de llamar la atención son las visitas oficiales que han hecho estos dos jefes de estado a México demostrando en territorio mexicano el gran amor que a través de sus múltiples bendiciones se conectan con el pueblo mexicano, pero parece que en lo privado el discurso es otro. ¿No será que para el Estado Vaticano el territorio mexicano tiene dos acepciones república e imperio a la vez?

Hay un dicho que no se si realmente sea mexicano y dice así “Cuando el río suena, agua lleva” esto significa que cuando los temas aparecen repetidamente en el ámbito social demuestran cierto interés, y como en los últimos tiempos en diversos medios de comunicación como periódicos, redes sociales y literatura novelesca se menciona esta familia imperial como si de verdad existiera la más remota posibilidad de que de pronto se hicieran realidad esos espectros de un pasado aparentemente ya superado.

¿Y usted qué opina querido lector?

Autor:

Dr. Pedro Ardines Limonchi