En México, las culturas indígenas concebían a la muerte como una unidad dialéctica: el binomio vida-muerte, lo que hacía que la muerte conviviera en todas las manifestaciones de su cultura. Que su símbolo o glifo apareciera por doquier, que se le invocara en todo momento y que se representara en una sola figura, es lo que ha hecho que su celebración siga viva en el tiempo.

Es así, una ardua tarea entender la muerte y su significado, labor que abarca momentos de innumerables reflexiones, rituales y ceremonias de diversa índole, lo que ha erigido el máximo símbolo plástico de la representación de esta festividad: el altar de muertos. Dicha representación es quizá la tradición más importante de la cultura popular mexicana y una de las más conocidas internacionalmente; incluso es considerada y protegida por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.

O eso dice Wikipedia, para nosotros el altar es más histórico-fiesta- religión, tradición y melancolía, algo así como un momento para divertirse y recordar como cuando hablas con un familiar o amigo que nos has visto en mucho tiempo y recuerdas todas las hazañas que pararon juntos.

Nuestro altar busca esa conexión con el pasado sin perder los sentimientos de esta fiesta de recuerdos, por ello es que buscamos dotarlo de colores vivos y expresivos para recordarle a los que están en el más allá que los recordamos con alegría y felicidad, que los extrañamos y nos duele que ya no estén aquí, pero al mismo tiempo nos alegramos de poder volverlos a ver una vez más, y que su recuerdo sigue más vivo que nunca.

Por ello no buscamos apegarnos a la idea de siempre, sino más bien darle ese enfoque tan característico del mexicano que vive en una tragicomedia diariamente, donde lo surreal y lo bizarro se confunden, pero no se mezclan, desbocando en alegría por sobre la tristeza, obviamente no contábamos con suficiente presupuesto (al menos para la idea original, pero tratamos de acercarnos a esta idea nuestra sobre lo que la muerte y la tradición.

Este año los alumnos Alejandro Pasillas, Emily Hernández, Isaac Cervantes y Daniel Guerrero de las licenciaturas de humanidades realizaron el altar.

Agradecemos este esfuerzo por mantener vivas nuestras tradiciones.